Asturias

Isaac Albéniz

La guitarra, heredera sentimental de instrumentos como el laúd barroco o la tiorba, ha sabido mantener su talante investigador en todo lo referente a aquellos aspectos interpretativos que nos transportan ineludiblemente al mundo del barroco y renacimiento, en el que estamos plenamente inmersos y del que hemos aprendido a ubicarnos en el contexto musical que nos es propio por derecho. Si bien esto ha sido así en el período que abarca desde la mitad del siglo XVI hasta mediados del siglo XIX, pasando por una extraordinaria etapa de bonanza y fuerte arraigo en el período clásico y pre-romántico, no ha mantenido el mismo nivel de producción de obras en los períodos romántico y nacionalista, a pesar de que el carácter abierto y dulce del instrumento favorece este tipo de composiciones, tanto en lo tocante al mundo de los colores y la tímbrica como a su visceralidad escénica. Compositores como Albéniz o Granados se ven especialmente bien reflejados en el sonido de la guitarra, por la conjunción perfecta entre su idiosincrasia sonora y la influencia de la música popular en estos compositores. Investigando someramente sobre Sevilla ó Asturias, de Isaac Albéniz o la Danza andaluza nº 5, de Enrique Granados, cuyos originales están escritos para piano, observamos que son mucho más conocidas por el público en sus versiones para guitarra. Es suficiente con un sencillo contraste en los medios sociales para corroborar estas afirmaciones. Así, estos arreglos y transcripciones no surgen de la necesidad de tener más ediciones sobre las obras de los grandes maestros y sí de un espíritu constructivo y generador de ideas musicales, además de plasmar el fruto de años de investigación y experiencia profesional.