¿Qué es la inteligencia emocional?
Como bien sabemos todas aquellas personas que nos dedicamos al mundo de la docencia —o quienes tienen algún tipo de vinculación con ella—, el sistema de enseñanza está cambiando. Uno de los puntos principales de dicha transformación gira en torno a la evolución del concepto de inteligencia.
Tradicionalmente se ha usado el coeficiente intelectual de niñas y niños para determinar si, en efecto, estos eran inteligentes o no. No obstante, nombres propios de la psicología como Howard Gardner o Daniel Goleman comenzaron a advertir que el concepto de inteligencia iba más allá de un simple número.
En consecuencia, gracias a los numerosos estudios que se han llevado a cabo en las últimas décadas sabemos que es necesario atender a habilidades cognitivas de distinta índole para emitir una valoración de ese calibre. Por lo tanto, si consideramos que la inteligencia no solo depende del coeficiente intelectual de la persona, estamos poniendo de manifiesto que, para poder impartir una formación de calidad a nuestro alumnado, será imprescindible trabajar distintas habilidades. Sin duda, la inteligencia emocional es una de ellas, ya que resulta fundamental si queremos formar personas capaces de vivir en sociedad y de desenvolverse en ella con garantías, con todo lo que ello implica.
¿De qué elementos se compone?
De acuerdo con Daniel Goleman, estos son los pilares básicos en los que se basa la inteligencia emocional: autoconciencia o autoconocimiento emocional, autocontrol o autorregulación, automotivación, empatía y habilidades sociales. Veamos en qué consisten.
En primer lugar, es necesario conocer nuestras emociones para poder entenderlas y gestionarlas según la situación en la que nos encontremos (autoconciencia o autoconocimiento emocional). Asimismo, es esencial saber reconocer y entender las emociones de los demás. Esto nos permitirá interaccionar adecuadamente con nuestro entorno y la gente que nos rodea (inteligencia interpersonal à habilidades sociales).
Los dos puntos anteriores requieren, respectivamente, de lo siguiente: por un lado, del autocontrol, es decir, la capacidad de dominar nuestros sentimientos y emociones, y por otro lado, de la empatía, esto es, la capacidad de ponerse en el lugar de los demás. Finalmente, otro de los elementos que menciona Goleman es la automotivación, entendida como la facultad de conseguir dirigir las emociones hacia objetivos concretos; esta requiere, por tanto, de iniciativa.
¿Por qué son tan importantes?
La irrupción de las redes sociales en nuestra vida diaria, además de otros factores, ha contribuido, sin duda, a que nuestra manera de relacionarnos haya cambiado. Nos estamos acostumbrando a la inmediatez y a los constantes estímulos, lo cual nos hace, en muchas ocasiones: menos tolerantes, más impacientes, menos empáticos, más insensibles…
Por no hablar de que, en los primeros estadios educativos, los niños y niñas experimentan profundos cambios en el plano cognitivo, y la inteligencia emocional es parte importante en ese proceso. Recordemos que, de acuerdo con la teoría de Jean Piaget, niñas y niños evolucionan poco a poco desde una etapa caracterizada por el egocentrismo hasta otra en la que, paulatinamente, van aprendiendo a ponerse en el lugar de los demás. Por ello, es indispensable que contemos con las herramientas necesarias tanto para guiarles en ese aprendizaje como para ayudarles a que sean capaces de autogestionarse emocionalmente.
En definitiva, estamos totalmente equivocados si creemos que la educación consiste en la simple transmisión de conocimientos. El dominio de la inteligencia emocional repercutirá, como decíamos anteriormente, en el desarrollo exitoso de la persona en todos los ámbitos de la vida: privado, profesional, social… De ahí la suma importancia de incluir la enseñanza de la inteligencia emocional dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje a lo largo de todas sus etapas.
Para más información, te dejamos esta interesantísima entrevista a Daniel Goleman en la que habla de los beneficios de la inteligencia emocional:
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Ánimo con la semana.