Hoy hablamos con Juan Casado, Maestro especialista en Educación Musical y Profesor titulado Superior de Piano y Música de cámara. Tiene el título de Profesor de Solfeo, Teoría de la Música, Transposición y Acompañamiento. Y es la persona encargada de nuestro servicio de Mock-Up. Con él profundizamos en el servicio, la historia, y hablamos de las ventajas de esta herramienta.
Hace poco compartimos en nuestro blog un artículo en el que tratábamos de explicar ¿qué es un Mock-Up?, ¿podrías ofrecernos una definición?
La traducción directa de mock-up sería “maqueta”, “boceto” o “modelo”. En general es un término que se aplica en ramas artísticas o creativas con la intención de dar al cliente un prototipo lo más fiel posible a la realidad.
En el caso de realizar mock-ups con audio, el ordenador se convierte en el centro neurálgico del trabajo. Se producen los audios solicitados mediante el empleo de un software principal, DAW (Digital Audio Workstation), que permite realizar todo lo que se necesita en cuanto a grabación, producción, mezcla, masterización….
En la pieza de música resultante lo que se escucha son (en la mayoría de los casos) instrumentos virtuales. En el supuesto de que un único ordenador se quede “pequeño” y sea necesaria más potencia, es muy sencillo añadir a esta estructura más ordenadores que permitan una interconexión con este DAW central, de forma que se supere de una forma simple este límite inicial que hasta hace pocos años era la mayor barrera a batir.
En el mismo artículo hicimos un pequeño recorrido por la historia de los Mock-Up, ¿cómo crees que ha evolucionado este servicio a lo largo de los años?¿Cómo ha influido la irrupción de las nuevas tecnologías?
Son cuestiones interesantes, y que requerirían de un estudio más amplio… No creo que haya sido un cambio repentino de un día para otro, sino que habría que analizar simultáneamente la confluencia de múltiples elementos tecnológicos, económicos y sociales (entre otros). Por citar algunos:
Desde finales de los 90 es sabido que la industria musical ansiaba métodos más eficientes para producir material audiovisual al tiempo que pretendía reducir costes. Cabe mencionar aquí el proceso de crisis en que se vieron sumidos los grandes estudios debido al descenso de la venta de CDs… y, por qué no mencionarlo, al efecto negativo que le supuso la llamada “piratería digital” mediante el auge de nuevas plataformas de distribución online basadas en el P2P como Napster ya desde esa misma década.
La búsqueda de métodos más eficientes de producción musical afectó tanto a la grabación de discos como a la producción de BSO para medios audiovisuales (películas, documentales, publicidad…). Era necesario en este contexto buscar una solución que permitiera agilizar, además, auténticas sesiones interminables de grabación, al tiempo que se viera reducida la fatiga producida en los músicos tras muchas horas sin descanso. La necesidad de contar con clicktracks fiables que eliminaran correcciones de partituras orquestales en mitad de una sesión de grabación se hacía a su vez cada vez más patente y urgente. ¡Eran múltiples las ocasiones que música y vídeo no coincidían o no estaban correctamente sincronizadas, por lo que se requería adaptar en tiempo real la música a la proyección! Esto producía, realmente, grandes situaciones de estrés tanto a productores como músicos.
Simultáneamente, desde finales de los 90 y primera década de este siglo, asistimos a un nuevo auge de músicos que aspiraban a ser productores de su propio trabajo, sin depender de grandes (y caros) sellos comerciales. Fenómenos sociales como los Karaoke o programas de televisión como Operación Triunfo y otro tipo de Showtalents permitieron que mucha gente “anónima” se pudiera dar a conocer. El auge en décadas posteriores de las Redes Sociales terminó por disparar esta necesidad de ofrecer un producto con buena calidad auditiva que sirviera como escaparate promocional a todos estos artistas anónimos. Son conocidos múltiples casos de personas que se han dado a conocer gracias a autoproducir su música y llevar a cabo su propia promoción en plataformas como Youtube. Podemos mencionar así a Pablo Alborán, Ed Sheeran, Justin Bieber….
La revolución tecnológica durante todos estos años, que ha permitido la aparición de ordenadores personales y software de grabación/edición cada vez más potentes, ha sido quizá el nexo común a todos estos elementos.
Quizá podría entenderse todo este fenómeno como una especie de Revolución Industrial y Social que mientras iba cuajando en los distintos campos artísticos, aportaba soluciones a diversos problemas existentes creando simultáneamente una nueva filosofía en cuanto a cómo producir música de una forma diferente a los métodos de antaño, pero más eficiente al tiempo que abarataba costes. Es en mitad de este contexto que las librerías virtuales sonoras y los mock-up hacen su aparición, marcando un antes y un después en el mercado musical y en la producción artística.
Si nos referimos a métodos de producción, más allá de un contexto histórico-social, la mayor evolución quizá se ha dado en lo referente a la posibilidad de realizar los mock-up en distintos ámbitos musicales.
Los DAW permiten a los músicos disponer de las herramientas necesarias para ofrecer un resultado muy logrado con prácticamente pocas sesiones de grabación. La mayoría de ellos (Cubase, Logic Audio) ya disponen de librerías propias con calidad sonora profesional, por lo que el límite aquí se encontrará, mayoritariamente, en la facultad de producir música que interese a un público determinado y en la capacidad creativa de cada artista.
Si nos vamos a campos mayores como cine o televisión, gracias al uso de mockups, los ingenieros de sonido disponen ya de una base musical metronómicamente sincronizada con el vídeo. En ella cuentan ya con todos los sonidos virtuales que necesitan, de forma que, si hay que llevar a cabo una sesión con orquesta, la grabación se hará sobre esta base ya programada sin necesidad de múltiples ensayos previos y siendo conscientes de que esta base ya encajará perfectamente con el vídeo, ahorrando tiempo y obteniendo por tanto un producto final más asequible en un contexto laboral mucho menos tenso que antaño.
Por citar nuevos terrenos que habrían sido impensables hace años, un campo en el que los mock-up se han consolidado como ganadores a lo largo de estos últimos años ha sido, sin duda, el de convertirse en BSO de videojuegos.
Servicio de Mock Up en Dos Acordes
Desde Dos Acordes se ha lanzado un servicio de Mock- Up recientemente, ¿qué se puede ofrecer a los clientes? ¿Cómo se trabaja?
Se les ofrece cubrir sus necesidades de producción musicales, entregando un producto final que satisfaga sus demandas. Es fundamental establecer una comunicación inicial que nos permita entender qué es lo que se busca con el producto a elaborar. En función del tipo de demandas, se establece un plan de trabajo en función del presupuesto disponible, se marcan plazos de entrega y se pretende siempre la máxima satisfacción.
Las metodologías de trabajo pueden ser muy dispares, ya que dependerán del contexto de partida: el cliente puede disponer de partituras ya elaboradas digitalmente que podremos importar directamente en el DAW; en otras ocasiones habrá que transcribir inicialmente la música manuscrita mediante un editor de partituras; otras veces se pide asesoramiento sobre una instrumentación concreta, en otras se nos aporta un fichero .mid que se pretende que suene lo más realista posible… Cada trabajo requiere adaptarse a unas necesidades concretas, por lo que es prácticamente imposible definir un patrón.
¿Con qué librerías virtuales se trabaja?, ¿cuáles crees que son las más adecuadas para este trabajo?
Disponemos de múltiples tipos de librerías para tratar de satisfacer (prácticamente) todas las demandas que puedan surgir: orquestales, sintetizadores, baterías, guitarras, voces y coros, efectos sonoros… ¡Todo tiene cabida en la producción musical!
Las librerías más adecuadas serán siempre las que mejor respondan a la necesidad del cliente; no existe una fórmula mágica aquí que nos diga “con esta librería cubrimos todo”. Cada una de ellas tiene sus luces y sus sombras, por lo que es fundamental conocerlas hasta el más mínimo detalle para poder optimizar el tiempo de trabajo y así ofrecer un presupuesto lo más ajustado posible al cliente.
Por ello comentábamos antes que es importantísimo conocer la necesidad real del cliente: Hay una faceta creativa en todo este proceso, pero al mismo tiempo existe una ardua labor analítica de la pieza musical a producir. Saber delimitar la sonoridad buscada es vital para poder ajustarse a lo que se espera de nuestro trabajo.
Para lograr nuestro trabajo, confiamos en las grandes marcas actuales: Orchestral Tools, VSL, 8Dio, Spitfire Audio, Spectrasonics… por mencionar algunas.
Mock- Up
¿Cuáles son los perfiles de personas que pueden demandar el servicio de Mock- Up?
Principalmente músicos que necesitan obtener un archivo de audio que responda a sus demandas. El abanico va desde compositores que trabajan con editores de partituras (como Sibelius o Finale) pero que aprecian que su obra merece una sonoridad mejor a la que ofrece el programa, hasta cantautores o pequeños grupos musicales que demandan un arreglo sobre una estructura de acordes que nos presentan, etc. Incluso se nos ha dado el caso de realizar mock-ups para un opositor al cuerpo de maestros que decidió utilizar los MP3 en la defensa de sus Unidades Didácticas. Dispuso así de bases pregrabadas sobre las que pudo tocar ante el tribunal variedad de instrumentos de placas Orff mientras explicaba diversos aspectos metodológicos o justificaba una amplia variedad de actividades instrumentales y vocales (por cierto, ¡aprobó!).
Son múltiples las posibilidades de perfiles existentes, y realmente es muy complejo poder citarlos todos…
Y, ¿qué ventajas destacarías en este servicio?
Para nosotros es fundamental la atención personalizada. Tratamos de adaptarnos a la necesidad que el cliente nos manifiesta, de forma que finalmente obtenga un producto personalizado y único.
En base a esto, la principal ventaja para el cliente es la económica. ¡Imagínate lo que suele costar un minuto de producción musical con una orquesta sinfónica! Algunas estimaciones que vimos del año pasado creo que superaban ampliamente los 2000 euros por minuto producido. Esto, para un particular, es completamente inasumible en la mayoría de los casos. En el caso de trabajar con instrumentos virtuales, los costes se ven reducidos de forma exponencial.
Otra ventaja a destacar sería la versatilidad y capacidad de adaptación ante una petición posterior (escalabilidad). Imagina el caso de que, una vez entregado el trabajo el cliente requiera añadir más instrumentos algún tiempo más tarde. Al contar con el proyecto ya realizado es muy factible realizar las modificaciones oportunas sin tener que partir nuevamente de cero.
Podemos ofrecer también los STEMS requeridos. Por ejemplo: supongamos que el cliente decide acudir posteriormente a un estudio de grabación para añadir voces o instrumentos no virtuales, requiriendo de las pistas individuales de nuestro proyecto. ¡Ningún problema! No solo podemos exportar archivo de audio final, sino también cada pista individualmente (junto con un click track en caso de solicitarse) así como los distintos grupos instrumentales existentes en el proyecto.